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Mostrando las entradas de noviembre, 2006

Llamadas desde ultratumba

El lunes me pegaron un sustote. Sonó el teléfono en la tarde, y contestó mi hermano. Como la voz del otro lado del teléfono pidió " con Toño ", él supuso que la llamada era para mi, y me lo pasó. Transcribo tan textual como me lo permite la memoria: Yo - ¿Bueno? Voz - ¿Si, bueno? ¿Toño? Habla Gabriel. -¿Quién, perdón? -Gabriel. -...ajá. ¿Y de donde me llama? [¿Gabriel? ¿Gabriel quién?] -¿Habla Toño? Soy Gabrieeeeel. [Desesperado] -Perdone, no lo reconozco... -¡Soy Gabriel, el vecino de tu mamá ! En ese momento no supe si llorar o reír. Si de verdad era vecino de mi mamá, la larga distancia tendría que haber salido muy cara. Si me estaban jugando una broma, sin ningún reparo podía haberlo mandado a chingar a su madre. Si era un eufemismo para 'Soy vecino de la casa que está a nombre de tu mamá' de todos modos no tenía que haber hablado conmigo, sino con mi tía. Por todos lados, la situación era incomodísima. ¿Qué decirle? Mi papá, como Deus Ex Machina,

No me debí de haber levantado hoy

Hoy no fue mi día. Entre muchas cosas (tengo una gripa espantosa, a mi hermano lo hospitalizaron, a una amiga la asaltaron, mi ex me mandó mensajes del celular de su novio para hacerme saber que *los dos* están conmigo), pasó lo siguiente: Aún con la gripa que me cargo, me desperté 5:45 de la mañana a meterme a bañar por que me inscribí en un curso que empezaba a las 8.45 de la mañana en las oficinas de Palmas (al norte de la Ciudad de México). Me metí a bañar, me tomé un té y una pastilla y salí de mi casa, con el frío de la vida, a las 7. Cuando tengo que ir hasta allá no llevo coche por la sencilla razón de que no hay lugar de estacionamiento. Mejor dicho, sí lo hay, pero cobran 18 pesos la hora. La cosa es que no llevé coche y me subí al pesero, donde del frío que hacía pasé al calorón terrible que me iba dando en la espalda a medida que el día clareaba. Por supuesto, me estaba haciendo estragos la garganta, pero lo mejor es que el tráfico estaba PARADO . Un tra

Tradiciones que no se pierden

Ya llegó la Chilindrina, a pedir su mandarina, Ya llegó el Chavo del Ocho, a pedir su bizcocho, Ya llegó Pancho Pantera, a pedir ¡su calavera!. --- En mi casa siempre hay dulces. Normalmente son bombones, gomitas y algún otro chocolate, y además para esta temporada yo compré calaveritas de chocolate para mi casa y para repartir calaverita entre mis amigos. Afortunadamente, eso nos salvó el miércoles primero, Día de los Muertos Chiquitos, día en que los chiquitos salen disfrazados a las calles a pedir su calaverita, o su triqui-triqui, como sé que le dicen en el norte. Entre los tres preparamos, además de una ofrenda preciosa para mi mamá y algunos de nuestros difuntitos, un adorno grande de Día de Muertos (una Catrina de un metro de altura), y muchas bolsitas para repartir ese día en mi casa al sur del D.F. donde, afortunadamente desde que tengo uso de razón se ha conservado la tradición. Las bolsitas contenían lo siguiente: Una bolsita de los multiafamados Totis (unos aritos con s