Un poco de contexto: El viernes pasado fue el cumpleaños de un chico que trabaja con nosotros, y para celebrarlo fuimos a comer a un restaurante lejos de la oficina, de modo que me fui con la jefa en su coche. Pero con la lluvia inmensa que cayó ese viernes, a la hora de bajarnos corriendo dejé en el coche el morralito que siempre cargo más preocupado por no mojarme que por llevarme mis cosas que, finalmente, estaban a buen resguardo.
Llegamos, platicamos, comimos, cheleamos, y jugamos dominó y Jenga como los profesionales. Vaya, tan bueno estaba el ambiente, que cuando la jefa se tuvo que ir temprano y yo estaba ingeniándomelas para que el de mi derecha sacara su ficha y no cerrara el juego, lo único que se me ocurrió decir es "el lunes me las llevas, por favor".
Aquí es cuando empieza el post de a devis. Ya que nos despedimos (después de algunas chelas más), me quiero poner los audífonos para el viaje de regreso a mi casa y entonces me cae el 20: El reproductor se quedó en el morral. "No pasa nada", pensé, "tres días sin mp3 me sirven hasta de descanso". Tomé el metrobús y emprendí el regreso.
Lo que normalmente es un viaje interesante por la avenida más larga de México, cuando eres un melómano empedernido y no traes música se convierte en un largo camino rodeado de personas grises y el tedioso ruidito sordo del camión que llega a desesperar. Como quiera, sobreviví a eso y al pesero que me deja en mi casa. Ya cansado, voy caminando al zaguán del edificio y meto la mano a la bolsa para sacar las llaves... y no las encuentro.
Ajá: Están en el morral. Y mi papá no estaba en la casa, había ido a recoger a mi hermano a la central.
Le marqué por teléfono para preguntarle si tardaría mucho. "Pues tu hermano viene retrasado, yo creo que como otra hora, más o menos. ¿Por qué no te vas a Blockbuster y escoges alguna película mientras?"
¿Tenía opciones? El plan B era quedarme sentado, sin música, con frío, afuera del zaguán. Entonces me fui a dar mi vuelta para escoger una película esperando que al salir ya hubiera luz en mi casa. Pero no: Una hora y cuarenta vueltas al Block después, "Arturo está apenas entrando a Chalco [la entrada oriente del DF]". Agarré mis dos películas y un pesero, y me fui mejor a la central a esperar con mi papá. De que estemos sentados los dos solos a estar los dos sentados platicando...
Para no hacerles el cuento (muy) largo, Arturo llegó y todos entramos con las mismas llaves. Pero para entonces, como ya había hecho varias llamadas, el celular empezaba a descargarse. ¿Quiere alguien de la audiencia decirme dónde traía el cargador, por favor?
La idea de tres días sin celular si me dio ñáñaras, no por junkie, si no por que justo ese fin de semana le prometí a un amigo que le ayudaría a empezar a cambiarse y sin celular no podría enterarme de algún cambio de planes o algo por el estilo. Además tenía que ponerme de acuerdo con los chicos con los que juego Rol para saber si habría o no. Mejor lo apagué esperando que nadie -como dicta la Ley de Murphy- me fuera a llamar justo en ese momento y me fui a dormir.
El sábado agarré mis cositas (incluido el cel apagado y un juego extra de llaves) y me fui a ensayar. Antes de entrar al ensayo, prendí el celular (dos llamadas perdidas, ¡lo sabía!), les mandé un mensaje a los del Rol con los ojos cerrados y los dedos de los pies cruzados para que saliera un mensaje a 8 personas y no se muriera en el intento y lo volví a apagar.
Acabando el ensayo me lancé a la casa de este monito y, para variar en esta ciudad, me pasé de su calle. Tuve que seguirme tres calles y regresar por una paralela para poder salir, pero eso implicaba otra vez prender el celular y llamar para avisar que ya estaba cerca (dos mensajes: "No habrá rol" y uno de este chico). El resto del sábado estuvo tranquilo y no necesité el celular otra vez.
Ya para entonces, lo que en un principio era algo de miedo por estar incomunicado en este mundo tecnocrático, empezó a convertirse en una paz que no recordaba: Si no iba a recibir llamadas, ¿para que lo cargo? El cel se quedó en el coche mientras bajábamos y subíamos cajas y no me preocupé para nada de el. Llegué a la casa y lo boté vilmente mientras hacía otras cosas. No me preocupaba en lo absoulto tener el celular apagado.
Se fue el sábado y llegó el domingo, sin nada que hacer. Mi papá se había ido a ver el partido de México a casa de un tío y mi hermano estaba con la novia, entonces tenía la casa para mí solito. Tenía que acabar unas listas ñoñas para el rol, y con todo un domingo por delante me decidí a acabarlas, pero... sí, también la USB donde guardo las listas estaba en el morral en el coche de la jefa. Estaba en el hoyo profundo de la huevonería y la situación no ayudaba mucho. Casi como un Deux ex machina, mi gemelo bigotón (ese del post de abajo) me invitó a un evento algo lejos, pero con el suficiente tiempo para bañarme y salir. Sin música, sería un trayecto largo, pero podría hacerlo. El problema es que no había coche, empezaba a llover y había quedado con el por MSN, entonces tuve que prender por última vez del fin de semana el celular (que ya empezaba a quejarse de "Batería baja") para avisar que no podría ir. Solo y cuasi incomunicado, el domingo pasó en la más increíble de las flojeras conocidas por el hombre.
Pero llegó el lunes y hubo que ir a trabajar. El problema no era ir a trabajar, era ir a trabajar otra vez sin música, y si el metrobús con un carril confinado fue tortuoso, un Eje Vial con tráfico de las 8 am de lunes fue morir de a poco. Y el metro otro poquito más.
Hasta aquí, algo no tenía contemplado. Si, no tenía celular. No tenía USB (afortunadamente no tengo ningún archivo de trabajo ahí). No tenía reproductor. No tenía audí... momento, si no tengo audífonos, ¿cómo voy a escuchar música en el trabajo? Esa fue la única oleada de terror que me dio desde el viernes pasado.
Intenté trabajar sin música, juro que lo hice. Pero no me podía concentrar, le di varias vueltas a un mismo archivo sin saber cómo atacarlo y nomás no me hallaba. "La jefa va a llegar con mis audífonos en cualquier momento" -recé- "y entonces todo será diferente"
¿Si? Pues no: Habló para decir que no iba a ir ese día, que me pasaba mis cosas el martes.
Ahí si me dio un ataque de desesperación. Siempre existía la opción de escuchar la música sin audífonos pero a decir verdad con el ruido de la oficina uno se imagina tres cuartas partes. Afortunadamente, un amigo traía dobles audífonos y me prestó unos: El mentado archivo estuvo listo en media hora. El resto del día no fue tan complicado tampoco, salvo el viaje a casa, que si el de ida fue malo, el de regreso fue el doble. Y todavía me aventé el del martes.
Afortunadamente la jefa llegó temprano y me dio mi morralito. Yo supongo que con cara de maniático o una sonrisota (o ambas) saqué mis audífonos, mi USB y el cargador y los puse en acción inmediatamente. Cuando el celular revivió, Murphy se hizo patente una vez más: Dos llamadas perdidas y cuatro mensajes. Pero bueno, no importaba, ahora una vez más el mundo estaba al alcance de mi celular después de que estuve tres días fuera de la civiliación moderna (y sin música, que fue lo peor) y, como las mejores travesuras, lo disfruté muchísimo.
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Oyendo: Utada - Me muero
Llegamos, platicamos, comimos, cheleamos, y jugamos dominó y Jenga como los profesionales. Vaya, tan bueno estaba el ambiente, que cuando la jefa se tuvo que ir temprano y yo estaba ingeniándomelas para que el de mi derecha sacara su ficha y no cerrara el juego, lo único que se me ocurrió decir es "el lunes me las llevas, por favor".
Aquí es cuando empieza el post de a devis. Ya que nos despedimos (después de algunas chelas más), me quiero poner los audífonos para el viaje de regreso a mi casa y entonces me cae el 20: El reproductor se quedó en el morral. "No pasa nada", pensé, "tres días sin mp3 me sirven hasta de descanso". Tomé el metrobús y emprendí el regreso.
Lo que normalmente es un viaje interesante por la avenida más larga de México, cuando eres un melómano empedernido y no traes música se convierte en un largo camino rodeado de personas grises y el tedioso ruidito sordo del camión que llega a desesperar. Como quiera, sobreviví a eso y al pesero que me deja en mi casa. Ya cansado, voy caminando al zaguán del edificio y meto la mano a la bolsa para sacar las llaves... y no las encuentro.
Ajá: Están en el morral. Y mi papá no estaba en la casa, había ido a recoger a mi hermano a la central.
Le marqué por teléfono para preguntarle si tardaría mucho. "Pues tu hermano viene retrasado, yo creo que como otra hora, más o menos. ¿Por qué no te vas a Blockbuster y escoges alguna película mientras?"
¿Tenía opciones? El plan B era quedarme sentado, sin música, con frío, afuera del zaguán. Entonces me fui a dar mi vuelta para escoger una película esperando que al salir ya hubiera luz en mi casa. Pero no: Una hora y cuarenta vueltas al Block después, "Arturo está apenas entrando a Chalco [la entrada oriente del DF]". Agarré mis dos películas y un pesero, y me fui mejor a la central a esperar con mi papá. De que estemos sentados los dos solos a estar los dos sentados platicando...
Para no hacerles el cuento (muy) largo, Arturo llegó y todos entramos con las mismas llaves. Pero para entonces, como ya había hecho varias llamadas, el celular empezaba a descargarse. ¿Quiere alguien de la audiencia decirme dónde traía el cargador, por favor?
La idea de tres días sin celular si me dio ñáñaras, no por junkie, si no por que justo ese fin de semana le prometí a un amigo que le ayudaría a empezar a cambiarse y sin celular no podría enterarme de algún cambio de planes o algo por el estilo. Además tenía que ponerme de acuerdo con los chicos con los que juego Rol para saber si habría o no. Mejor lo apagué esperando que nadie -como dicta la Ley de Murphy- me fuera a llamar justo en ese momento y me fui a dormir.
El sábado agarré mis cositas (incluido el cel apagado y un juego extra de llaves) y me fui a ensayar. Antes de entrar al ensayo, prendí el celular (dos llamadas perdidas, ¡lo sabía!), les mandé un mensaje a los del Rol con los ojos cerrados y los dedos de los pies cruzados para que saliera un mensaje a 8 personas y no se muriera en el intento y lo volví a apagar.
Acabando el ensayo me lancé a la casa de este monito y, para variar en esta ciudad, me pasé de su calle. Tuve que seguirme tres calles y regresar por una paralela para poder salir, pero eso implicaba otra vez prender el celular y llamar para avisar que ya estaba cerca (dos mensajes: "No habrá rol" y uno de este chico). El resto del sábado estuvo tranquilo y no necesité el celular otra vez.
Ya para entonces, lo que en un principio era algo de miedo por estar incomunicado en este mundo tecnocrático, empezó a convertirse en una paz que no recordaba: Si no iba a recibir llamadas, ¿para que lo cargo? El cel se quedó en el coche mientras bajábamos y subíamos cajas y no me preocupé para nada de el. Llegué a la casa y lo boté vilmente mientras hacía otras cosas. No me preocupaba en lo absoulto tener el celular apagado.
Se fue el sábado y llegó el domingo, sin nada que hacer. Mi papá se había ido a ver el partido de México a casa de un tío y mi hermano estaba con la novia, entonces tenía la casa para mí solito. Tenía que acabar unas listas ñoñas para el rol, y con todo un domingo por delante me decidí a acabarlas, pero... sí, también la USB donde guardo las listas estaba en el morral en el coche de la jefa. Estaba en el hoyo profundo de la huevonería y la situación no ayudaba mucho. Casi como un Deux ex machina, mi gemelo bigotón (ese del post de abajo) me invitó a un evento algo lejos, pero con el suficiente tiempo para bañarme y salir. Sin música, sería un trayecto largo, pero podría hacerlo. El problema es que no había coche, empezaba a llover y había quedado con el por MSN, entonces tuve que prender por última vez del fin de semana el celular (que ya empezaba a quejarse de "Batería baja") para avisar que no podría ir. Solo y cuasi incomunicado, el domingo pasó en la más increíble de las flojeras conocidas por el hombre.
Pero llegó el lunes y hubo que ir a trabajar. El problema no era ir a trabajar, era ir a trabajar otra vez sin música, y si el metrobús con un carril confinado fue tortuoso, un Eje Vial con tráfico de las 8 am de lunes fue morir de a poco. Y el metro otro poquito más.
Hasta aquí, algo no tenía contemplado. Si, no tenía celular. No tenía USB (afortunadamente no tengo ningún archivo de trabajo ahí). No tenía reproductor. No tenía audí... momento, si no tengo audífonos, ¿cómo voy a escuchar música en el trabajo? Esa fue la única oleada de terror que me dio desde el viernes pasado.
Intenté trabajar sin música, juro que lo hice. Pero no me podía concentrar, le di varias vueltas a un mismo archivo sin saber cómo atacarlo y nomás no me hallaba. "La jefa va a llegar con mis audífonos en cualquier momento" -recé- "y entonces todo será diferente"
¿Si? Pues no: Habló para decir que no iba a ir ese día, que me pasaba mis cosas el martes.
Ahí si me dio un ataque de desesperación. Siempre existía la opción de escuchar la música sin audífonos pero a decir verdad con el ruido de la oficina uno se imagina tres cuartas partes. Afortunadamente, un amigo traía dobles audífonos y me prestó unos: El mentado archivo estuvo listo en media hora. El resto del día no fue tan complicado tampoco, salvo el viaje a casa, que si el de ida fue malo, el de regreso fue el doble. Y todavía me aventé el del martes.
Afortunadamente la jefa llegó temprano y me dio mi morralito. Yo supongo que con cara de maniático o una sonrisota (o ambas) saqué mis audífonos, mi USB y el cargador y los puse en acción inmediatamente. Cuando el celular revivió, Murphy se hizo patente una vez más: Dos llamadas perdidas y cuatro mensajes. Pero bueno, no importaba, ahora una vez más el mundo estaba al alcance de mi celular después de que estuve tres días fuera de la civiliación moderna (y sin música, que fue lo peor) y, como las mejores travesuras, lo disfruté muchísimo.
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Oyendo: Utada - Me muero
Comentarios
Una odisea!!
Pero bueno, fuiste libre de tecnología un ratín...
Sabes??
Eso me hace pensar en la manera en la que los artilugios tecnológicos han modificado nuestras realidades no??
Ahora es dicícil entender el mundo sin tanta sofisticación, o sin esa necesidad creeada de "estar comunicados"
Cómo le hacian hace treinta años para concretar citas, checar al marido, informar cambios, justificar retrasos, etc. sin celular??
Es interesante...
saludos
En mi caso mis llaves y cartera las traigo siempre conmigo; cosas como cargadores y cables las cargo siempre en mi mochila.
Cómo quiera, celebro que todo haya acabado bien y que seas capaz de verlo con humor.
La tecnología no sólo ha cambiado, ha MEJORADO significativamente nuestra calidad de vida. Antes ni a radio AM llegaba la gente. Si querías escuchar a tu cantante favorito a fuerzas tenías que irlo a ver y luego recordar su melodiosa voz, mientras que ahora lo podemos disfrutar diario a voluntad. No es eso una bendición? A poco no, los que dicen que quisieran vivir en las cruzadas y esas cosas están cómo operados (mal) del cerebro??
Que sí ahora somos “esclavos de la tecnología” y nos hemos vuelto “dependientes” me parece equivalente a decir que en estos tiempos los pacientes de cáncer son esclavos de la quimioterapia.
Besos y abrazos
Chouch.
Pero mi celular sí es importante, y mis cosas de la mochila también, así que por eso aprovecho mi compulsión y checo mis cosas varias veces antes de salir de mi casa, y nunca NUNCA alejarlas tanto de mi.
Suerte para la próxima
Saludos, 'ñito.
Personalmente se me complica funcionar en general sin música, sufro porque la compu de la oficina no tiene tarjeta de sonido y hay una bola de ratas de dos patas donde trabajo y después de que ahí me volaron mi antiguo celular, ya no me arriesgo a llevar el ipod. La vecina de cubículo pone su música (sí tiene tarjeta de sonido y bocinas) y escucha incansablemente esa de "todo se derrumbó dentro de mí, dentro de mí" pero en fin, por eso me desquito en casa y hasta me voy a dormir con buenas melodías para tener dulces sueños jejeje.
En cuanto a los camiones... pues yo recomendaría agarrarte un libro y abstraerte en la lectura, yo lo hago frcuentemtne pero también debo confesar que en ocasiones se requiere un sentido de concentración faraónico para no desviar la lectura con la conversación del de junto o las ilustres reflexiones de Mariano o la huaracha sabrosona (o algo así)
Chido leerte.
Saludos Toño.
La música, creo que soy inadaptado... Casi no la escucho, pero cuando lo hago, es por que realmente quiero "abstraerme" del mundo que me rodeo y realmente cuando lo necesito hacer, me desespero de no tern musica cerca...
genial odisea y como te dije ayer por el messenger tu platica en el blog es genial difrute mucho leyendola, un abrazo Toño
ESO QUE?! siempre pudiste haber llevado un libro o meditar, o dormir, o observar a las personas con fines antropologicos (minimo para reirte una rato de ellos o para darte cuenta de los nefastos que pueden llegar a ser los humanos) algo asi...
no se... se me hace un poco.. insano... tener sindrome de abstinencia por algo asi :P
La mama que va regañando al niño, los morbosos que van viendo nalga, las chavas que te tiran la onda, los cotizados como yo.
Y creo que pocas personas observan eso, si enverdad eres melomano te daras cuenta que la ciudad lleva un ritmo tambien, ya sea con el claxon, los coches, los perros.
Es bastante divertido, ademas... depender tanto de la tecnologia y perder 3 dias de tu vida? pfff, creo que hay mil cosas que puedes hacer sin requerir una USB, o un reproductor, el simple hecho de caminar o subir a ver las estrellas. Mil cosas y ninguna requiere tecnologia. Pero hueno, cada quien...
Peero no es para maenos, uno se acostumbra a relaizar sus actividades de la mejor manera, con lo que se sienta agusto y con lo que nos facilite la concentración; AMO LA MÜSICA, tanto como la lectura...
La vida nos ha brindado las facilidades para poder aprovechar las cosas al méximo; es muy cierto que disfrza la dependencia con la mascara de la de necesidad...
Disfrutemos, concientemente, de las cosas que podemos y debemos disdfrutar