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Hueles a limpia tierra mojada

-"¿A qué vas para allá? Los Zetas están terribles de aquel lado"
-"Con mucho cuidado por favor, no andes en la calle muy noche"
-"¿Pero por qué para allá? ¡Los conciertos suceden aquí!"
-"Allá es un pinche pueblo, te vas a aburrir"
-"El transporte es culerísimo, el del DF te va a parecer de lujo"

Y sin embargo, acá estoy. No puedo decir que sin miedo, pero definitivamente no es miedo a que me levanten (aunque si lo hacen dos o tres que he visto camino al trabajo yo me pongo flojito), si no miedo a fallar.
Mucha gente recibió como una sorpresa amarga que me viniera a trabajarvivir a Guadalajara, pero, en lo que a mí respecta, no es muy distinto a cuando me fui a estudiar a Japón y allá lo pasé increíble. Por supuesto que extraño a mi familia y a mis amigos, pero estamos a ocho horas en autobús o una en avión si algo urgente sucede. Además, como le digo a cualquiera que me reclama por no marcarle por teléfono, el mismo trabajo cuesta ir de aquí para allá que de allá para acá.

Guadalajara no es un pueblo perdido a la mitad de la nada, como me lo planteó mucha gente. Obviamente es más chiquito que la segunda ciudad más grande del mundo (duh) pero la Zona Metropolitana de Guadalajara tiene zonas bien padres y lugares con mucha, muchísima gente: ¿qué tal Chapalita, el centro, la avenida/corredor turístico de Chapultepec, el centro de Zapopan? Mis fuentes me platican que Tlaquepaque (de cuyas alfarerías salió mi hermano) es muy bonito también.

Estoy de acuerdo que por cada cinco conciertos que hay en el DF hay uno acá, pero eso significa que ya están escogiditos y que no habrá tanto tráfico para pasar el Azteca, el Auditorio o el Palacio de los rebotes.

La mar de calor de este lado del país, eso sí. Tanto, que cuando hubo nueve grados la semana pasada la muchachada salió con guantes, gorro y bufanda y yo sólo con una sudaderita, en modo fresco... porque a las cinco le vengo manejando los 26-27 grados y ellos en casual mientras yo sudo la gota gorda.

No gente, no hay soldados en cada esquina de Guadalulú ni han aparecido algunos colgados en los puentes (al menos en lo que he estado acá). Me sentí más en tensión la semana que nos quedamos varados en Monterrey, donde a cualquier hora se oían pasar las patrullas hechas la raya. A lo más a lo que llegamos es a la viejita neurótica que se metió en sentido contrario en vía rápida porque YOLO y, lógico, hizo carambola con los desafortunados conductores que venían en el sentido correcto.

No se si tiene que ver con el tamaño de la ciudad, pero he visto mucho mucho MUCHO extranjero aquí. Simplemente en mi trabajo hay dos paquistaníes, al menos un gabacho y como sepetecientos hindús. La ciudad está llena de lugares de comida china, y hay escuelas de idiomas por todos lados, no nada más de inglés o francés, al menos una escuela promete doce idiomas entre los cuales están -Dios quiso- coreano y japonés. Y no nomás nativos de Extranjia: como en la curiosa combinación Puebla-Veracruz-Tabasco, acá llega gente de Sinaloa, Sonora, Aguascalientes, Durango y un compa de Tijuana, por lo que de acentos ni hablemos.

Tanto extranjero, creo, es la causa de que acá todavía haya Caesar's palace (que en el DF intentó entrar y no se pudo), hartos Carl's jr, Olive garden y Wrocco wrowers, por mencionar algo.

Claro, como en todos lados, la ondita regional es para volarte la cabeza si no pones atención. Las tortas, a menos que sean ahogadas, no son tortas, sino lonches, entonces perfectamente te puedes llevar un lunch con lonche. Los jugos no se venden en vasito abierto, si no en botellas (con tapa y todo). Si en la calle se ve un letrero que diga "biónicos" no venden cyborgs clandestinos, más como ¡cocteles de frutas! (habráse visto). Ya me advirtieron que "amiga" te prende el foquito rojo de chilango en la cabeza inmediatamente, acá se les dice "mijas". Por todos lados oigo "pinshi" y entre que me da risa y me jalan de los pelitos de la nariz.

Pero no todo es tan bonito como las jericallas. No exactamente hay escorpiones del tamaño de una mano, pero las chinches están por todos lados... enchinchando (mal chiste, ya se). Los mosquitos sí son del tamaño de la película Caveman, sin embargo.

¡Atuk!

En general hay poco transporte, pero del que hay no es todo malo, depende de la ruta (y del camión y del conductor). Hay algunas rutas "de lujo" con asientitos forrados y tele -pero si no voy al DF joven, nomás a Zapopan- que cuestan el doble que un camión normal. Muy guapos, sí, pero si hablamos de que el camión acá cuesta SEIS pesos así vayas al siguiente semáforo o de base a base, pagar 12 es de ricos y poderosos. Y esa es la mejor opción, pues mis fuentes me dicen que las dos (próximamente tres) líneas de tren ligero (no es metro, por favor) cuestan el simpático precio de siete pesotes. ¡Y los #posmesalto protestando porque el metro (sin el cual el DF no viviría) cuesta cinco! Eso, sospecho, hace que Guadalajara sea, como leí en algún lado, "la ciudad más motorizada del país" pero el tráfico no es nadita como en el DF, por alguna razón.

En general, como ven amiguitos, no es una mala decisión venir para acá. Solo es superar el "El DF es EL place-to-be en México" y darle chance a los cuates de provincia. Como nos pasó a los chicos que nos fuimos a Japón, se lleva uno gratas y no tan gratas sorpresas, pero es lo que les vas a contar a tus nietos cuando ya no te puedas mover. Lo único que podemos hacer para mejorar es poner una sucursal del Jarocho en Plaza del sol, un Gandhi grande en... algún lado y ya estamos hechos.

En cualquier caso, para mí pasar dos veces al día por la Minerva es una chulada.

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Oyendo: Brusher patrol - Bastion OST

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