Día dos del reto. O no, los primeros cuatro días los
estoy escribiendo en el mismo día para que no me gane el tiempo. Pinche
trampas.
El jueeeego, pues. Parece de risa escribir del último
juego que acabé (cerca de un año atrás) y hacerme llamar “gamer”, pero eso pasa
cuando el poco, poquísimo tiempo que todas tus obligaciones te dejan libre lo
quieres pasar yaciendo con ella toda la noche. Ah, mi cama.
Mucha tinta real y virtual se ha derramado acerca de este
juego. Si es una burla, si es un túnel, si es un experimento, si es
incomprendido, si la mar en coche. La verdad es que a pesar de que es,
efectivamente, una línea recta el 90% del tiempo, Final Fantasy XIII para
Playstation 3 es un juego que uno puede disfrutar mucho si no se trae puesta la
playera de Purista. La historia no es su punto más fuerte (sorpresivamente, hay
que decir: el juego anterior tiene una historia política impecablemente
construida) pero los personajes son empáticos y te entretienen los cortos.
La mayor innovación (planeada, al menos) que tiene el
juego es también su mayor defecto: Los paradigmas son fáciles de programar pero
requieren un poco de timing para aplicarlos correctamente, aunque cuando le
agarras al truco puedes pasar el juego sin mucho problema o, como en mi caso,
matar al jefe final al segundo intento.
Ni tan falto de madre, el Orphan. Cayó rapidito.
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