No lo recuerdo muy bien, pero creo que los Reyes me trajeron un Game boy muy al principio de su vida útil. Aunque no lo disfruté yo todo el tiempo.
El Game boy venía con una copia de Tetris, para que tuvieras qué jugar después de desmadrar la caja. La mitad del tiempo jugaba yo, y la otra mitad mi papá iba escalando niveles hasta que un día, mientras yo le ganaba a todos en los columpios, llegó al nivel 11.
Perdí juegos, lloré con otros, y luego salió Pokémon. Ahí mi Game boy pasó a manitas de mi hermano todo el tiempo hasta que le compraron a él su Game boy light y dejó el mío en sagrada paz para cuando su vida útil iba de bajada. Pocos juegos sobreviven de estas gloriosas etapas.
El ladrillazo gris sigue en la casa acumulando polvo, pero como todas las consolas, completamente funcional. Prenderlo y oír la campanita que indica que está haciendo el checksum es aventarse un viaje a 18 años en el pasado, cuando acabar un juego era un logro de veras.
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