Los temblores son una sensación extraña. No los grandes
terremotos, donde todo es caos y destrucción, si no los temborcitos de siete
grados para abajo.
Sentir que, como dijera Fey, la noche se mueve es de las
cosas más raras que se pueden sentir. No te quemas, no te electrizas, no te
azota el agua en la cara ni caes en bajada libre. Solo se te mueve el suelo y
por alguna extraña razón eso aterroriza a la gente mucho más que los volcanes,
por ejemplo.
Creo en lugares donde los temblores son latentes, como
Japón o México, lo que da miedo es precisamente la espera. El saber que la
tierra acomodándose puede ser más escandalosa de lo normal en, literal,
cualquier momento. Y claro, que ya hemos visto en repetidas ocasiones lo que
eso significa: Kobe, el DF, Tokyo, Guerrero.
Como sea, alertas de tsunami se dan media hora antes. De
actividad volcánica con días de anticipación. Para los tornados hay épocas bien
establecidas. Pero el SkyAlert suena 30 segundos antes de que nos muevan el
suelo y si estás en un piso 15 lo más probable es que te recojan del suelo con
espátula. SI ES que suena. No es tiempo suficiente para tomar lo esencial y
salir corriendo a la calle (aunque, como dice el meme, "no corra: afuera
también tiembla").
Además los temblores acaban con todo en menos de tres
minutos. No te da tiempo suficiente de llorar por que tu casa se está quemando
o el mar se está comiendo la playa. Viene la tierra, tiembla, y en menos de lo
que acaba una canción todo tu patrimonio está revuelto entre cemento y cadáveres.
Hay honrosos milagros, que no podemos describir de otra
manera: están los niños del hospital Juárez, por ejemplo. Pero comparados con
la GRAN mayoría de víctimas que cobran los movimientos telúricos, incluyendo
casas y edificios, son pequeñísimos momentos de alivio que nos da la naturaleza
cuando le caemos más gordos de lo habitual.
Yo por eso me voy pa Mérida, allá no tiembla, boxitos.
Comentarios
Chouch, el que no es Anónimo.