A veces es necesario regresar a las raíces.
Buscando unas fotos que no encuentro, me traje unos
discos de respaldo. Olvidado en uno de ellos, encontré guardado un archivo en
PDF del blog que me animó a tener los míos.
El "Blog sin nombre", en sus muchas
encarnaciones, siempre cumplió con su objetivo: Narrar la vida de un chiapaneco
radicado primero en Comitán, luego en Xalapa. Así, simple. Claro que como en
toda obra que refleje la personalidad de su artista se ve una clara evolución;
primero lo escribía un preparatoriano, y el ritmo y el vocabulario crecieron
hasta ser los de un licenciado en letras. Pero siempre, como el mismo lo
indica, "tiene la esencia de
alguien despreocupado que gustaba escribir cosas, algunas veces sin pararse a
pensar en qué estaba diciendo, y otras, todo hay que decirlo, con sorprendente
lucidez".
Sin embargo, esa
frescura al contar que comió pizza fría o que escuchó la lluvia a las dos de la
mañana me animaron a contarle mis muchas, insulsas o no, historias a la
humanidad.
A veces he escrito
cosas que vuelvo a leer y ni yo me entiendo. Otras que me vuelven a causar risa
(un amigo me dijo que es mejor leerme que escucharme). Unas más que son tan
depresivas que no me hubiera gustado subirlas nunca. Y de todas ellas, algunas
aparentemente le han servido a varias personas, que hace que todo esto haya
valido la pena aun cuando parezca que nadie me lee.
Un desahogo. Entre
bailar, dibujar y escribir no me quedo con nada guardado. Lo bueno, lo malo y lo
feo están ahí, a la vista del público. Con suerte alguien se identifica y lo
canaliza por ahí.
De él, la última
noticia que tuve es que vivía feliz en Córdoba, Argentina, con su novia.
Chatear con él siempre era divertido (y me quedé con ganas de conocerlo), pero
cuando decidió mudarse no entré en su lista de contactos. Me encantaría que
estuviera y viera lo que ocasionó, que me siguiera contando de su familia, su
escuela, su teatro y contarle de Corea, de Japón, de mis hospitalizaciones, del
Rolcast, de mis logros.
Pero de lo que pasó
siempre hay que conservar lo mejor. Y por eso volveré a leer ese PDF cuando me
sienta vacío y sin ideas.
Donde quiera que
andes, Sam, te deseo lo mejor. Ojalá en otras vidas nos volvamos a ver.
Con mucho cariño,
To.
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